domingo, 17 de agosto de 2008

Lo que no se dijo de la visita del Presidente

Plan de Arroyos, Mpio. de Atzalan, Ver- La comunidad Plan de Arroyos en el municipio de Atzalan nunca se vio tan llena de gente como este viernes, pues sus 2 mil 700 habitantes se vieron duplicados con la llegada de habitantes de otras poblaciones, quienes en una guerra de porras en las que unos coreaban “¡¡Felipe, Felipe!!” y otros trataban de compensar gritando “¡¡Fidel, Fidel!!” recibieron al mandatario federal Felipe Calderón Hinojosa y al gobernador Fidel Herrera Beltrán para una entrega de apoyos.
Las porras a favor del mandatario estatal fueron superadas en al menos dos ocasiones por los gritos de los simpatizantes del Presidente, quienes en ningún momento dejaron de corear el nombre del Ejecutivo Federal, mismo que entró al Salón Social como reina de feria, saludando a un lado a otro, dando la mano a los hombres y besando en las mejillas a las mujeres, las ancianas y los niños.
Plan de Arroyos es una pequeña comunidad del municipio de Atzalan, ya cercana a los límites del municipio con Tlapacoyan, donde el camino para acceder hasta la población se encuentra en pésimas condiciones, pues en su mayoría es de terracería y en algunas partes donde se encuentra asfaltado los baches impiden que se pueda circular libremente, a pesar de eso en la entrada del pueblo se puede ver una manta con los colores del blanquiazul que decía “Presidente Felipe Calderón: Gracias por arreglarnos el camino Tlapacoyan-Plan de Arroyos”.
En el lugar, el Auditorio Local, es la construcción más grande, que regularmente es empleada como cancha de fútbol, que resulta ser una de las pocas diversiones que hay para la población, quien en esta ocasión no dejaba de sorprenderse por el fuerte operativo de seguridad que se implementó desde la noche del miércoles ante el anuncio de la llegada del Presidente a una entrega de apoyos.
A esta comunidad arribaron cerca de 50 patrullas de la Policía Federal Preventiva, además helicópteros del Ejército y la PFP que no cesaban en su constante revoloteo, con el fin de reforzar la seguridad del mandatario federal.
Desde las ocho de la mañana los habitantes y los visitantes de otras comunidades empezaron a acercarse a los retenes de seguridad, que se instalaron a las afueras del auditorio, para poder estar presentes en el evento que iniciaría en punto de las 11 de la mañana.
En estos pasos de seguridad los asistentes tuvieron que dejar botellas de agua, sombrillas, maletas y demás objetos que les indicaban los elementos del Estado Mayor Presidencial vestidos de civil que se hacían cargo de revisar a los hombres y verificar las bolsas de las mujeres.
Luego de una larga espera el sonido de una camioneta llamó la atención de los que se encontraban ya dentro del auditorio, y fue cuando vieron que la gente empezaba a aplaudir, mientras en el sonido local se escuchaba la voz del maestro de ceremonias que decía “le damos la bienvenida al presidente de la República…Felipe Calderón Hinojosa”, por lo que las porras y los gritos de “¡Felipe, Felipe!” no se hicieron esperar.
Mientras tanto el Gobernador entraba delante del mandatario federal, saludando a los asistentes, sin detenerse en los pasillos, hasta que llegó al presidium donde se sentó a esperar al Ejecutivo, entre los gritos de los asistentes.
En contraste, en una esquina del auditorio, un grupo de personas con distintivos rojos en sus uniformes de dependencias estatales y del Ayuntamiento de Atzalan empezaban a corear “¡Fidel, Fidel!”, iniciándose con esto una guerra de porras que se confundía en la resonancia del inmueble, lo que las hacía inentendibles.
Luego se dio paso a los discursos, que levantaban aplausos, pero en ningún momento como en la entrega de los primeros apoyos, en las cuales cada uno de los beneficiarios aprovechaba la oportunidad para hacerle peticiones al presidente con la esperanza de que estas fueran atendidas por él mismo, para lo que incluso Calderón Hinojosa tomó un micrófono para que los asistentes escucharan lo que le solicitaban.
Ahí fue cuando uno de los presentes, desde el fondo del salón gritó “¡Felipe…el Presidente que sí cumple!” lo que desató nuevamente la guerra de porras y el grito de otro lado del salón que decía “¡Fidel…el gobernador que también cumple!”.
Ya al terminar el evento la gente que acudió se arremolinaba alrededor de las vallas que se pusieron para la seguridad de los mandatarios con el objetivo de por lo menos saludar de mano al Gobernador o al Presidente, y ya en el mejor de los casos hacerle una petición o entregarles una carta, cosa que pocos lograron.
Luego del evento, la población salió del auditorio y vieron como las camionetas de lujo, los operativos de seguridad y los visitantes de otras comunidades se retiraron, en menos de media hora, para continuar con su vida cotidiana.

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